martes, 5 de junio de 2012

EL GENERAL FELIPE VARELA Y LOS INGLESES


El Imperio Británico y El Apoderamiento Continental

Efectivamente, hacia 1860 y en los años sucesivos el Imperio Británico realiza una genial y sutil maniobra tendiente a lograr el apoderamiento definitivo del continente sudamericano, eliminando las resistencias nacionales y la competencia internacional que pudiera perturbar sus planes de dominio.

El momento histórico elegido para ello no es casual: la guerra de la Secesión, eliminaba a los Estados Unidos del plano competitivo internacional, a su vez que la coyuntura económica inglesa permitía la realización del plan imperialista: hacia esos años ya se encontraba aceleradamente desarrollado el proceso de acumulación de capital de concentración bancaria e industrial.

La crisis mundial del algodón y la necesidad de nuevas áreas de cultivo, así como el aseguramiento del fertilizante que permitiese una producción algodonera intensiva, movieron al Imperio Británico y a su Alta Banca a proyectar una gran política imperialista de apoderamiento, cuya sutileza y genialidad consistió en permanecer oculta tras fuerzas y diplomáticos de otras naciones. La maniobra se vio facilitada por el sometimiento financiero que el Imperio Británico había logrado a su favor tanto de la Europa continental como de los países americanos.

En esa intrincada red de empréstitos y dependencia, Baring Brothers jugaba un papel esencial.

El ataque a México, la 
Guerra del Guano y la de la Triple Alianza, así como las demás guerras y atropellos territoriales que soportó América en esa década de 1860, tuvieron un único responsable, invisible y oculto: el Imperio Británico.

El ataque de México tuvo su origen inmediato en la deuda de esta nación con la Alta Banca europea, en especial con la inglesa. Y si bien el ataque se inicia por las fuerzas combinadas del Imperio, España y Francia, tras la “Convención de Soledad” ésta última nación será la ejecutora visible de los planes de conquista, tendientes a asegurar, en su fin último, el cobro de la deuda externa y dominar absolutamente la política y economía mexicana mediante la concreción de nuevos empréstitos con las bancas Rotschild y Jecker.

La Guerra del Guano, por su parte, es otra cruel evidencia de los complejos planes del Imperio Británico y su Alta Banca. Mientras la Francia de Napoleón III atacaba México, la escuadra española dirigía sus naves hacia las costas del Perú, hacia donde llega a fines de 1864 para asolar a América con una nueva guerra de exclusivos fines económicos, cuyo beneficiario no es el atacante visible –España– sino su mandante financiero: el Imperio Británico a través de Rothschild y su testaferro el banquero español José de Salamanca.

El guano, fertilizante necesario para el consumo del algodón, corría peligro de salir del control británico por decisión nacionalista del gobierno peruano. De allí esta absurda guerra, en que la ocupación de la Isla de Chinchas y el bombardeo a la indefensa ciudad chilena Valparíso, no reconocían otra razón que el propósito de asegurar que el guano garantizara la deuda externa del Perú con la Alta Banca británica y su control directo por parte de las compañías explotadoras, también inglesas.

Junto al ataque a México y la Guerra del Guano contra Perú y Chile, se destaca el sangriento drama americano que es la destrucción del Paraguay nacionalista del mariscal Solano López.

Pero América no permaneció indiferente. La respuesta continental no se dejó esperar. Ella fue la de la “Unión Americana de las Repúblicas del Sud del Nuevo Continente”.

Una “Unión Americana”, definida en sociedades políticas a o largo del continente desde la ciudad de México hasta Buenos Aires, puesta de manifiesto en Congresos y publicaciones por los intelectuales nacionales y encarnada en acto, por las empobrecidas masas americanas, que tras Benito Juárez, Francisco Solano López, Felipe Varela, enfrentaron al invasor extranjero y sus mandatarios locales, en defensa de un continente que se negaba a ser definitivamente balcanizado y sometido.

El Defensor de la Unión Americana y Baring Brothers

“Entonces –recordará Felipe Varela en su “Manifiesto” – llevado del amor a mi Patria y a los grandes intereses de América, creí un deber mío, como soldado de la libertad, unir mis esfuerzos a los de mis compatriotas, invitándoles a empuñar la espada (...)”.

Tras el combate de Nacimientos (La Rioja) el dos de enero de 1867, hasta el de Salinas de 
Pastos Grandes, el doce de enero de 1869, en sucesivas campañas, incansables testimonios de heroicidad y grandeza, el caudillo catamarqueño y americano, luchará denodadamente contra los ejércitos de línea, expresiones concretas de un política imperialista en cuyo vértice se encontraba la Alta Banca británica y en lo que a la Argentina se refiere, Baring Brothers.

Dos meses antes del pronunciamiento varelista. Baring Brothers – como en los tiempos de Rivadavia – había logrado la “nacionalización” de la deuda externa. De esta manera lograba el control total de las finanzas públicas provinciales, las que con sus desvastadas economías garantizarían y abonarían los servicios de esa “deuda” con la Alta Banca británica.

En efecto, por ley 206 del 1° de octubre de 1866 se establecía que a partir del veinticinco de mayo de 1867 “quedaban a cargo de la Nación, las siguientes deudas comprendidas en la garantía acordada a la provincia de Buenos Aires: 1°) El empréstito inglés (es decir, la deuda con Baring Brothers); 2°) Los veinte millones de fondos públicos creados por la ley del 5 de mayo de 1859 (en poder de Mauá-Rothschild); 3°) Los veinticinco millones de fondos públicos creados por la ley del 8 de junio de 1861”.

Por eso Baring Brothers comprendía con claridad que el pronunciamiento varelista no sólo hacía peligrar la estabilidad del Gobierno de Mitre, sino que con sus postulados eminentemente nacionalistas y americanos y con su categórica defensa de las empobrecidas economías provinciales, era una formal declaración de guerra al Imperio Británico y a la banca cuyos intereses representaba.

De ahí que cuando el veintisiete de enero de 1867, el agente de Su Majestad Británica, Mr. George B. Mathews entrevista al Ministro de Relaciones Exteriores Rufino Elizalde y le ofrece el apoyo total de Inglaterra contra la revolución popular de Felipe Varela, que a su juicio “amenaza con dominar todo el país”, no hace más reconocer el peligro que importaba para los intereses británicos y en especial para Baring Brothers, la montonera argentina dispuesta a cambiar el destino de la patria y con ella de todo el continente sudamericano.

Bartolomé Mitre, súbdito inglés por su vocación de entrega, dirá, satisfecho del ofrecimiento de intervención directa del Imperio Británico contra la heroica montonera del caudillo catamarqueño: “Me ha impresionado agradablemente tan noble proceder que a la vez testifica la cordialidad de nuestras relaciones con la Gran Bretaña, revela elocuentemente la amistad y simpatía que profesa a la administración argentina el ilustrado caballero Mathews”.

Mientras tanto, como bien dice Dardo de la Vega Díaz, “por donde Varela pasa, los ranchos van quedando vacíos”. El jefe revolucionario con voz grave y serena irá enrolando tras sí a las masas criollas tras explicarles el sentido de su “Cruzada Libertadora” para terminar con “los tiempos del coloniaje” como los califica, ya que sabe bien que “los liberticidas”, “los servidores del círculo del general Mitre” tratarán de hacerlo aparecer como un bárbaro bandolero – calificación que perdurará luego en toda la historiografía oficial – para descalificar su lucha y justificar la sangrienta represión.

A tales infamias responderá irónicamente Felipe Varela: “ser amigo de la libertad, de las provincias y de que entren en el goce de sus derechos ¡oh! eso es ser traidor a la patria y es por consiguiente un delito que pone a los ciudadanos fuera de la ley!”

Pero los verdaderos traidores a la Patria, de espaldas al país e inclinados ante Baring Brothers, ponían precio al pueblo levantado en montonera.

FUENTES

- García Mellid, Atilio. Proceso a los falsificadores de la guerra del Paraguay. Edic.Theoría. Bs.As.1964
- García Mellid, Atilio. Proceso al liberalismo argentino. Edit. Theoría. 1964)
- Ortega Peña, Rodolfo y Eduardo L.Dualde. “Baring Brothers y la Historia Política Argentina”. Edit.“La Estrella” 1968)
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

HISTORIA SOCIAL GENERAL.


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