martes, 5 de junio de 2012

EL GENERAL FELIPE VARELA Y LAS PRESIDENCIAS FUNDADORAS


El seis de diciembre de 1866, al cruzar entre los boquetes de la cordillera, el coronel Felipe Varela da a conocer su proclama, dando un profundo sentido nacional y americano a la lucha montonera que han reiniciado Aurelio Zalazar en Catuma y los “colorados” en Cuyo.

El caudillo catamarqueño, que fuera segundo jefe del 
Chacho Peñaloza, y como tal admirado y respetado en el noroeste argentino, llega marcialmente de Chile con su inconfundible figura estilizada, su gran sombrero y sus largos bigotes canos. Le acompañan pocos hombres y escaso armamento pero sabe que lo espera una nación sometida por la fuerza y convulsionada, que sólo engrillada admite ir a pelear contra sus hermanos paraguayos.Cada sufrido hombre de nuestro interior provinciano es montonero que está esperando nada más que la voz de su jefe para incorporarse al combate.

“¡Compatriotas, a las armas!” es la invitación de Felipe Varela. Mas, a diferencia del Chacho, su “Proclama” enuncia un programa concreto y revolucionario. No se trata sólo de una lucha romántica contra el tirano de Buenos Aires y sus mandantes europeos. Dirá Varela: “¡Soldados Federales!” Nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada, el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay, y la unión con las demás Repúblicas Americanas”. Y no vacilará en enjuiciar con severos y definitivos trazos la política mitrista: “Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido humillada como una esclava, quedando empeñada en más de cien millones fuertes, y comprometido su alto nombre a la vez que sus grandes destinos por el bárbaro caprichote aquél mismo porteño que, después de la derrota de Cepeda, lagrimando juró respetarla".

“Compatriotas, desde que aquel (Mitreusurpó el Gobierno de la Nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño, es ser ciudadano exclusivita; y ser provinciano, es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del Gobierno de Mitre. Tal es el odio que aquellos fraticidas tienen a las provincias qeu mucho de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los aleves puñales de los degolladores de oficio: Sarmiento, Sandes, Paunero, Campos, Irrazábal y otros varios dignos de Mitre”. (“¡Viva los pueblos libres!” Manifiesto de Felipe Varela impreso en Potosí, enero de 1868. Biblioteca Nacional. Buenos Aires)”.

Ante el pronunciamiento de Felipe Varela, el mitrismo vacila. Comprende que se ha iniciado en nuestro país una revolución popular americana; sabe bien que el lema que el caudillo montonero lleva al combate – “La Unión Americana de las Repúblicas del Sud contra las Potencias Europeas” – no es una frase de circunstancias, pues el coronel Varela al titularse “Representante y Defensor de la Unión de Americana” está entroncando su pronunciamiento en la reacción continental contra los planes del Imperio Británico de apoderarse definitivamente de América. 

El Imperio Británico y El Apoderamiento Continental

Efectivamente, hacia 1860 y en los años sucesivos el Imperio Británico realiza una genial y sutil maniobra tendiente a lograr el apoderamiento definitivo del continente sudamericano, eliminando las resistencias nacionales y la competencia internacional que pudiera perturbar sus planes de dominio.

El momento histórico elegido para ello no es casual: la guerra de la Secesión, eliminaba a los Estados Unidos del plano competitivo internacional, a su vez que la coyuntura económica inglesa permitía la realización del plan imperialista: hacia esos años ya se encontraba aceleradamente desarrollado el proceso de acumulación de capital de concentración bancaria e industrial.

La crisis mundial del algodón y la necesidad de nuevas áreas de cultivo, así como el aseguramiento del fertilizante que permitiese una producción algodonera intensiva, movieron al Imperio Británico y a su Alta Banca a proyectar una gran política imperialista de apoderamiento, cuya sutileza y genialidad consistió en permanecer oculta tras fuerzas y diplomáticos de otras naciones. La maniobra se vio facilitada por el sometimiento financiero que el Imperio Británico había logrado a su favor tanto de la Europa continental como de los países americanos.

En esa intrincada red de empréstitos y dependencia, Baring Brothers jugaba un papel esencial.

El ataque a México, la 
Guerra del Guano y la de la Triple Alianza, así como las demás guerras y atropellos territoriales que soportó América en esa década de 1860, tuvieron un único responsable, invisible y oculto: el Imperio Británico.

El ataque de México tuvo su origen inmediato en la deuda de esta nación con la Alta Banca europea, en especial con la inglesa. Y si bien el ataque se inicia por las fuerzas combinadas del Imperio, España y Francia, tras la “Convención de Soledad” ésta última nación será la ejecutora visible de los planes de conquista, tendientes a asegurar, en su fin último, el cobro de la deuda externa y dominar absolutamente la política y economía mexicana mediante la concreción de nuevos empréstitos con las bancas Rotschild y Jecker.

La Guerra del Guano, por su parte, es otra cruel evidencia de los complejos planes del Imperio Británico y su Alta Banca. Mientras la Francia de Napoleón III atacaba México, la escuadra española dirigía sus naves hacia las costas del Perú, hacia donde llega a fines de 1864 para asolar a América con una nueva guerra de exclusivos fines económicos, cuyo beneficiario no es el atacante visible –España– sino su mandante financiero: el Imperio Británico a través de Rothschild y su testaferro el banquero español José de Salamanca.

El guano, fertilizante necesario para el consumo del algodón, corría peligro de salir del control británico por decisión nacionalista del gobierno peruano. De allí esta absurda guerra, en que la ocupación de la Isla de Chinchas y el bombardeo a la indefensa ciudad chilena Valparíso, no reconocían otra razón que el propósito de asegurar que el guano garantizara la deuda externa del Perú con la Alta Banca británica y su control directo por parte de las compañías explotadoras, también inglesas.

Junto al ataque a México y la Guerra del Guano contra Perú y Chile, se destaca el sangriento drama americano que es la destrucción del Paraguay nacionalista del mariscal Solano López.

Pero América no permaneció indiferente. La respuesta continental no se dejó esperar. Ella fue la de la “Unión Americana de las Repúblicas del Sud del Nuevo Continente”.

Una “Unión Americana”, definida en sociedades políticas a o largo del continente desde la ciudad de México hasta Buenos Aires, puesta de manifiesto en Congresos y publicaciones por los intelectuales nacionales y encarnada en acto, por las empobrecidas masas americanas, que tras Benito Juárez, Francisco Solano López, Felipe Varela, enfrentaron al invasor extranjero y sus mandatarios locales, en defensa de un continente que se negaba a ser definitivamente balcanizado y sometido.


FUENTES


Fuentes:

- García Mellid, Atilio. Proceso a los falsificadores de la guerra del Paraguay. Edic.Theoría. Bs.As.1964
- García Mellid, Atilio. Proceso al liberalismo argentino. Edit. Theoría. 1964)
- Ortega Peña, Rodolfo y Eduardo L.Dualde. “Baring Brothers y la Historia Política Argentina”. Edit.“La Estrella” 1968)
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

HISTORIA SOCIAL GENERAL.

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